Artículo escrito por PideEquus. Compra de caballos es uno de los momentos más importantes de la vida de un jinete, y más aun si es su primer caballo. Lo queremos perfecto. Ya lo estamos imaginando, su capa, su raza, sus cualidades, como se mueve, lo que haremos con él, … Y sin duda ninguna, nuestro futuro caballo es sencillamente perfecto.
Pero, ¿el caballo perfecto existe?
Ante todo, cabe recordar que la compra de un caballo no se debe de hacer a la ligera, debe ser fruto de una reflexión seria y objetiva. Un caballo es una responsabilidad a largo plazo. Es un compañero de viaje que nos seguirá una gran parte de nuestra vida. Por lo tanto, la compra de un caballo se debe de hacer con un profesional.
En primer lugar, tenemos que definir cuál es nuestro objetivo con el caballo, es decir: ¿qué quiero hacer con mi futuro caballo? Será un caballo para competir, para hacer ruta, para aprender, para disfrutar,… La actividad nos orientará hacia un tipo de caballo u otro.
¡Ah y por supuesto, nuestro nivel! Nadie se compra un Ferrari sin saber conducir… Lo mismo pasa con los caballos: compramos un caballo cuyo nivel es acorde a nuestro nivel.
¿Qué debo tener en cuenta al comprar un caballo?
Realmente comprar un caballo es muy parecido a planificar nuestra temporada:
- ¿qué quiero hacer?
- ¿cuáles son mis medios?
- ¿cuánto tiempo tengo?
Si previamente hemos definido cuál es nuestro objetivo con nuestro futuro caballo, tendremos una idea más clara de por dónde empezar.
¿La raza debería ser un criterio importante a la hora de buscar caballo? Sí y no. Me explico. Si lo que buscamos es un tipo particular de caballo para una actividad específica, por ejemplo, queremos hacer Alta Escuela con un PRE, carrera con un PSI o carrera de trote con un trotón., en este caso obviamente la raza será una condición sine qua non. En caso contrario la raza no debería ser un criterio fundamental en la compra de un caballo. Al fijarnos únicamente en una raza específica, nos arriesgamos a descartar caballos con mucho potencial.
Lo que sí es fundamental, es definir las cualidades que buscamos en un caballo.
Lo primero, las cualidades físicas y mentales necesarias para el desarrollo de la actividad elegida. Entendemos que el caballo de salto no responde a los mismos criterios físicos y mentales que un caballo de ruta.
Y luego, tenemos que pensar en estas cualidades o, mejor dicho, estos detalles que hacen que para nosotros un caballo sea especial. Aquí entra la subjetividad de cada uno, subjetividad, gusto, experiencia, llamadlo como queráis, pero es esencial sentir las ganas de montar el caballo nada más verlo. Este “no sé qué” que lo hace único para nosotros. Para algunos será su forma de galopar, para otros su carácter,… Lo importante es que sea algo que encienda esta chispita en nuestro interior.
¿Potro o caballo hecho? Cuidado a no caer en el pésimo argumento de “compro un caballo joven así lo tendré más tiempo”. Quién no habrá escuchado el dicho “A caballero nuevo, caballo viejo. A caballo joven, jinete viejo”. No es tanto su edad lo importante, sino su nivel de doma. Un potro recién desbravado o un caballo mayor sin trabajo serán un peligro para un jinete con poca experiencia, al contrario, un caballo noble con una buena doma será un excelente profesor para un jinete inexperto. Y detalle de suma importancia: ¿el jinete trabajará con un profesional o experimentará solo con el caballo?
¡Quiero un caballo castaño! La capa no hace el caballo… Es cierto que, para algunas disciplinas, la Doma Clásica por ejemplo, la estética es un punto importante en la competición, pero no lo es todo. El caballo podrá ser guapísimo, con el color de nuestro sueño, pero si no me permite hacer lo que quiero hacer, ¿a qué me sirve tener este caballo? La capa no debe ser un criterio de mayor importancia.
Dejadme que os cuente mi experiencia. Cuando compre mi primer caballo, lo imaginaba alto, guapo y castaño oscuro. Hacía ya semanas que estaba mirando caballos, cuando mi profesor me llamó y me dijo que tenia el caballo perfecto para mí. Mi ilusión no paraba de crecer durante todo el viaje que me llevaba al él: 800 kms soñando con el caballo perfecto. Al llegar en la cuadra, me encontré con un caballo alto, delgado, alazano, una cabeza enorme, un cuello muy fino, un cuerpo kilométrico, en fin, lo opuesto de un cañón de belleza. Lo soltamos para ver cómo se movía. Tenia algo…pero estaba totalmente invertido. Llegó el momento del salto…el caballo se transformó, una técnica perfecta, una calidad de galope, una actitud frente al salto. Algo se encendió en mí. Pero el flechazo llegó cuando, al despedirme de él, levantó la cabeza y me miro, o eso creo. El caballo se quedó mirándome varios segundos, un trozo de paja pillado en el flequillo. Sus ojos parecían decirme, ¿ya te vas? Es cierto que el caballo tenia todas las cualidades, es cierto que “técnicamente” era el caballo perfecto para mí, pero lo que terminó de motivar mi decisión de comprarlo, fue ese momento. 18 años después sigue siendo el caballo perfecto, mi caballo perfecto.
¿El caballo perfecto existe? El caballo perfecto para cada uno de nosotros existe, sólo es cuestión de buscar con los criterios correctos, y en el lugar adecuado.
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