Para responder a esta cuestión, vamos a echar mano del ordenamiento jurídico español. No sería la primera vez que se mencionan situaciones difíciles de responder. Si me caigo del caballo, ¿es mi culpa o del propietario del animal? ¿Y si al estar galopando rompo mobiliario de otra persona? Esta y muchas otras preguntas se van a responder a continuación gracias a ehorses.
Ante todo, hay que tener en cuenta varias cosas, en el Derecho español no hay verdades absolutas, por lo que cualquier cosa que aquí se mencione no representa una repuesta categórica.
Antes de seguir, deben quedar claros dos términos: subsidiario y solidario. Un responsable subsidiario es aquel que responde directamente por los actos de otra persona, concretamente, dueños o profesionales. Por otro lado, responder solidariamente de un hecho es, sin ir más lejos, compartir culpabilidad con otras personas.
Sea como fuere, estos términos no siempre se aplican de la misma forma, lo cual puede derivar en el simplismo de la culpabilidad directa. Si esto sucediera, la acción llevada a cabo tendría un sospechoso muy evidente.
En la mayoría de los casos, el responsable subsidiario podría ser o el propietario o el afectado. Habrá casos incluso en los que no haya un responsable concreto y se aplique un procedimiento de solidaridad. La guía para determinar quién de los dos es responsable es, básicamente, la actuación en el momento de los hechos.
Perfil apto para la monta de caballos
Hay que tener en cuenta que, si no se sigue un cierto protocolo de seguridad, el responsable será directamente el dueño. Al igual que hay leyes para asegurar que los operarios de máquinas peligrosas las controlen, también existen regulaciones para supervisar las acciones de los animales. Una de ellas se aplica, por ejemplo, en el ámbito de la apicultura.
Cuando se alquila un caballo para prácticas y otros quehaceres, se debe siempre comprobar que existe una cierta experiencia de monta. Si esta experiencia no se ostentase, sería ineludible la presencia de un instructor. Este último será el encargado de enseñar a montar a caballo.
Si durante el ejercicio sucediera algo, el responsable directo sería él, a no ser que se hubiera firmado algún documento de exención de responsabilidad. Aunque no son muy frecuentes los accidentes de corceles, se recomienda siempre hacer sellar este documento de anulación de la responsabilidad. De esta forma, empresas o emprendedores se libran de cargar con la inexperiencia de los demás.
Las caídas y otras lesiones ocurridas por situaciones espontáneas, normalmente, deben ser cubiertas por el dueño. Aun así, si este último es capaz de demostrar que él no tiene culpa alguna, el lesionado no recibirá ningún tipo de indemnización.
Otra cosa sería que el caballo, en el acto, destruyera propiedades ajenas, en este caso la justicia se decantaría por lo que considere más conveniente. Desde una respuesta única por parte de uno de los dos responsables, arrendador o arrendatario, hasta una elección de mutua respuesta.
Por otro lado, si se quiere adquirir un caballo, efectuar ensayos preparatorios es lo más aconsejable. De hecho, si se comprase un ejemplar y sucediera algo con este, el anterior dueño no tendría ningún tipo de culpa.
A este respecto, es el interesado el que tiene que asegurarse de comprar un caballo dócil para su monta. Solo algunos casos aislados cuentan con excepciones en los que los antiguos propietarios han tenido que responder solidariamente.
A veces, el anterior dueño del animal oculta información de importancia al comprador. Si la información no revelada fueran enfermedades o padecimientos moderados o graves, se le considerará directamente culpable. Este es un tema de gran relevancia y seriedad, el cual puede conllevar penas privativas de libertad.
Seguros para profesionales con cobertura en caso de daños y lesiones
Normalmente, por normativa, todas las empresas tienen que seguir una serie de procedimientos para evadir la responsabilidad de los actos producidos en su seno. Estos procedimientos podrían ampararlos ante estas situaciones. La cuestión reside en los casos de profesionales independientes, ¿qué les ampara a ellos? Fundamentalmente, los seguros para profesionales.
En ehorses recomendamos encarecidamente contratar seguros si se van a desempeñar estas labores. Un seguro puede cubrir los posibles altercados que pueden suceder a lo largo de todo el año. Concretamente, es necesario un seguro de responsabilidad civil de caballos.
Ahora bien, ¿qué cubre este seguro? Pues, ciertamente, cubre más de lo que pareciera. Por un lado, protege contra todas las consecuencias que pudieran ocurrir en el ámbito personal, ya sean daños, lesiones o pérdidas financieras. Básicamente, actúa como un seguro personal.
Por otro lado, se asegura de satisfacer las reclamaciones legítimas de personas ajenas que hayan sido afectadas por el caballo. Asimismo, funciona como un escudo ante reclamaciones realizadas injustamente o sin base legal ni probada.
Se debe tener en cuenta, a la hora de hacerse con un seguro, que existen algunos muy variados. Esto supone que no todos cubren todos los daños o situaciones, por lo que, desde nuestra más sincera recomendación, estimamos conveniente adquirir uno que lo cubra todo. Es mejor prevenir que responsabilizarse de los actos que el caballo pudiera ocasionar.
¿Se puede hacer algo si me responsabilizan injustamente?
Como se ha mencionado al principio de este artículo, el Derecho español no se rige por verdades absolutas. Esto quiere decir algo muy básico. Lo que un juez vea como subsidiario, otro puede considerarlo como solidario o, incluso, de nula responsabilidad.
Si ocurriese algún supuesto de adquisición de una responsabilidad inexistente, se puede recurrir la sentencia para que otro tribunal la revise. Se podrá recurrir hasta llegar al Tribunal Supremo; una vez aquí, la decisión será definitiva. Ahora bien, si el problema reside en el deterioro de bienes muebles ajenos, siempre habrá un responsable.
El ordenamiento jurídico español debe asegurar que aquella parte ajena a los hechos acabe perjudicada sin motivo, por lo que nunca se podrá recurrir una sentencia de reparación de daños. Con todo esto, lo mejor es asegurarse de cumplir los protocolos de seguridad y tener contratado un seguro.